Una vez
por semana hacía reiki. Realmente sentía como recuperaba y renovaba mi energía.
Cada tanto me juntaba con un amigo a hacer ejercicios de visualización,
meditación y respiración. También seguía con mis prácticas de yoga cuando mi
estado de salud me lo permitía.
Luego
de 2 meses de tratamiento con quimioterapia llegó la hora de ver los resultados.
Tomografía en mano, fui a ver al oncólogo. Llegué al consultorio acompañada de
mis padres y mi querido “hermano-primo” Mauricio. Estaba muy ansiosa por saber
el resultado y fantaseaba con que tanto sufrimiento con las quimios hubieran
dado el mágico resultado de hacer desaparecer el tumor.
La
realidad me dio otro duro golpe. El tumor no se había reducido. Estaba igual.
El oncólogo me decía que viera lo positivo que era que tampoco había crecido.
Yo sólo lograba ver mi frustración luego de tanto esfuerzo. Estaba desolada y
me invadió otra vez el miedo a no poder sanar. La quimioterapia no había
reducido el tumor, por ende, no me podían operar. Estaba condenada a vivir toda
mi vida con el tumor, rogando que no creciera, haciendo chequeos médicos periódicos
y probando distintas drogas para tratar de controlar la enfermedad en caso que
avanzara.
Me
sentí sin salida, pero no estaba dispuesta a quedarme de brazos cruzados a
merced de los antojos del cáncer. Tenía que tomar las riendas, mover cielo y tierra
hasta encontrar otra solución. Necesitaba accionar y no quedarme pasiva cuando
lo que estaba en juego era ni más ni menos que mi vida.
Decidí
hacer una interconsulta en otra clínica, de la cual tenía las mejores
referencias. Llegué a la consulta cargando mi equipaje de tomografías,
radiografías, análisis de sangre y demás estudios que fui acumulando a lo largo
de esos 5 meses desde que este viaje comenzó. El médico, en el cual yo tenía
plena confianza dada su trayectoria, me recomendó hacer 3 ciclos más de
quimioterapia para luego evaluar la posibilidad de operar. Al escucharlo me
estremecí. Me invadieron sentimientos encontrados. Por un lado, me abatía tener
que volver a pasar por las quimios. Por otro lado, se encendía una nueva llama
de esperanza con la posibilidad quirúrgica.
Supe
que tenía las fuerzas y la tenacidad suficientes, así que acepté el desafío
nuevamente.
>> Capítulo 07: Nuevos aires y esperanza renovada
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